Septiembre ha llegado, y con él, el final de las vacaciones. La reincorporación laboral es una realidad para la gran mayoría de trabajadores que, tras haber disfrutado de unos días de descanso, deben volver a afrontar los retos, obligaciones y tareas laborales habituales con las pilas bien cargadas. Ahora bien, ¿cuánto tiempo conseguiremos prolongar este estado libre de estrés? Eso es algo que, aunque no lo parezca, sólo está en nuestras manos.
Un periodo vacacional de provecho es aquel que, además de habernos servido para disfrutar, pasarlo bien y estar con familiares y amigos, también nos ha permitido desconectar del trabajo. Y es que el problema de la sociedad actual, tan ligada a la tecnología y a internet, es que nos pasamos la mayoría de nuestro tiempo online, disponibles o localizables para realizar aquello que, de igual manera, podría esperar unas horas más. Si durante estos días de descanso hemos logrado bajar el ritmo en pro de nuestra salud, ¿por qué no hacer lo mismo el resto del año?
Bajo el concepto “bajar el ritmo” se esconde la idea de conceder a cada actividad el tiempo que precise, dejando un poco al margen el cada vez más cuestionado multitask. Siempre se ha hablado de que aquello “cocido a fuego lento” sabe mejor, y esa es precisamente una idea que puede aplicarse en el terreno de lo laboral.
Gran parte de los empleados quiere llegar a todo, hacer diversas actividades a la vez y, además, lograrlo con los mejores resultados. Pero cada vez más expertos se postulan en contra de la tendencia que nos está llevando a desarrollar dos, tres e incluso más tareas a la vez. Por una parte, porque acaba por resultar poco productivo ya que la persona efectúa todas esas acciones con un mayor número de errores; por la otra, porque los niveles de exigencia acaban por pasar factura a la salud del trabajador.
El consejo de los expertos es concentrarse en una cosa y, una vez terminada, pasar a la otra. Sólo así conseguiremos, además de tener resultados óptimos, disfrutar de lo que hacemos sin caer en estados de estrés.
Y es que cada vez más, nuestra vida parece una carrera contrarreloj en la que corremos para terminar algo y pasar a lo siguiente, sin tan siquiera disfrutar de lo que estamos ejecutando. Nuestra energía y concentración deben estar enfocadas al “ahora”, después ya se verá. Este cambio de chip nos ayudará a tener un mayor disfrute de lo que hacemos y, en consecuencia, un incremento de nuestro bienestar psicológico. Tal y como explica el doctor Compernolle, hay cuatro hábitos que son los responsables de la reducción de la calidad de nuestro trabajo intelectual: el exceso de información, el estar siempre conectados, la multitarea y el estrés.
Si nos fijamos bien, unos de ellos son el resultado de otros, como es el caso del estrés. Si aprendemos a limitar los flujos de información que nos llegan reduciendo nuestra disponibilidad constante (el estar conectados todo el tiempo), lograremos descansar la mente y sentirnos mejor.
Por eso, ahora que hemos regresado de las vacaciones con el freno echado, es un buen momento para replantearse cómo manejamos nuestros tiempos y establecer, en función de cada uno, una lista de prioridades. Por muy importante que sea nuestra profesión, también debemos reservar tiempo a nuestra familia, a nuestras aficiones e incluso al aburrimiento. Gozar de esos pequeños espacios nos hará mantener las pilas cargadas durante más tiempo y no pasarnos el resto de los 365 días esperando con ansias la llegada de las vacaciones. A fin de cuentas, tal y como podemos observar, es algo que está en nuestras manos.
Fuente: http://prevenblog.com/
Esta publicación fue mencionada sin realizarle modificaciones, indicando su fuente. Está hecha con fines académicos y de difusión del tema. Esperamos no ocasionar incomodidades por mencionar esta publicación en nuestro blog. De ser necesario será retirada.
No responses yet